¿Por qué no evitamos los actos negativos si sabemos que nos causan daño?
Un psiquiatra le pregunta al Dalai:
...si es natural que deseemos evitar el sufrimiento, ¿por qué no sentimos espontánea y naturalmente más repulsión hacia los comportamientos negativos a medida que nos hacemos mayores? Y si es natural el deseo de alcanzar la felicidad, ¿por qué no nos sentimos espontánea y naturalmente atraídos hacia los comportamientos sanos y llegamos así a ser más felices a medida que progresa nuestra vida? Si estos comportamientos sanos conducen a la felicidad y lo que deseamos es alcanzarla, ¿no debería ser ése un proceso natural? ¿Por qué necesitamos tanta educación, entrenamiento y disciplina para que se produzca?El Dalai Lama sacudió la cabeza y contestó:-Incluso en términos convencionales, en nuestra vida cotidiana, consideramos la educación como un factor muy importante para procuramos felicidad y éxito. El conocimiento no es algo que llegue hasta nosotros de un modo natural. Tenemos que practicar, tenemos que pasar por una especie de programa sistemático de entrenamiento. y consideramos que esa educación y entrenamiento convencionales son bastante duros; si no lo fueran, ¿por qué los estudiantes tienen tantas ganas de que lleguen las vacaciones? Y, sin embargo, sabemos que la educación es necesaria en términos generales para alcanzar el éxito y el bienestar.»Del mismo modo, es posible que no tengamos una inclinación natural a realizar actos sanos, que tengamos que ser conscientemente entrenados para realizarlos. Esto es así, particularmente en la sociedad moderna, porque hay una tendencia a aceptar que todo lo referido a actos sanos e insanos (qué debemos y qué no debemos hacer) pertenece al ámbito de la religión. Tradicionalmente, se ha considerado responsabilidad de la religión el prescribir qué comportamientos son sanos y cuáles no. En la sociedad actual, sin embargo, la religión ha perdido mucho de su prestigio e influencia. Y, al mismo tiempo, no ha surgido algo que pueda sustituida, algo como por ejemplo una ética laica. Así pues, parece que se presta menos atención a la necesidad de llevar una vida saludable. Debido a ello, creo que necesitamos realizar un esfuerzo para tener acceso a esa clase de conocimiento. Por ejemplo, aunque creo que nuestra naturaleza es fundamentalmente apacible y compasiva, no es suficiente: tenemos que desarrollar una aguda conciencia de esa condición. Cambiar nuestra forma de percibimos, a través del aprendizaje y la comprensión, puede ejercer una influencia poderosa en nuestra relación con los demás y en la conducción de nuestras vidas.Asumiendo el papel de abogado del diablo, contraataqué: -Ha utilizado usted la analogía de la educación académica y la formación convencional. Eso es una cosa. Pero si de lo que está hablando es de ciertos comportamientos que llama «sanos» o positivos, que conducen a la felicidad, y de otros que conducen al sufrimiento, ¿por qué se necesita aprender tanto para identificar cuáles son beneficiosos, tanto entrenamiento para poner en práctica los comportamientos positivos y eliminar los negativos? Si pone el dedo en el fuego, se quema. Cuando retira la mano, ha aprendido que ese comportamiento provoca sufrimiento. No hay necesidad de un proceso tan largo de aprendizaje y entrenamiento para saber que no debemos volver a tocar el fuego.»Entonces, ¿por qué no sucede lo mismo con todos los comportamientos y emociones que conducen al sufrimiento? Afirma que la cólera y el odio son claramente emociones negativas que; en último término, conducen al sufrimiento. Pero ¿por qué tiene uno que ser educado acerca de los efectos nocivos de la cólera y el odio para poder eliminarlos? Puesto que la cólera provoca inmediatamente un estado emocional incómodo en la persona, y es fácil percibir esa incomodidad, ¿por qué no la evitamos de un modo espontáneo?Mientras el Dalai Lama escuchaba atentamente mis argumentos, sus ojos de mirada inteligente se abrieron más, como si se sintiera un poco sorprendido e incluso divertido ante la ingenuidad de mis preguntas. Entonces, con una risa dura pero llena de buena voluntad, me contestó:-Cuando se habla de conocimiento que conduce a la libertad o a la resolución de un problema, hay que entender que existen muchos niveles diferentes. Por ejemplo, los seres humanos de la Edad de Piedra no sabían cocinar la carne, a pesar de lo cual tenían necesidad biológica de comida, de modo que lo hacían como los animales salvajes. A medida que fueron progresando, aprendieron a cocinar y a emplear diferentes técnicas para que los alimentos fueran más sabrosos; finalmente inventaron una considerable variedad de platos. En nuestra época, si padecemos una enfermedad y, gracias a nuestro conocimiento, sabemos que no es bueno para nosotros comer determinado alimento, aunque sintamos el deseo de probarlo procuramos contenernos. Está claro que cuanto más vastos sean nuestros conocimientos, tanto más aptos seremos para afrontar el mundo natural.»También se necesita capacidad para juzgar las consecuencias de nuestros comportamientos a largo y a corto plazo. Por ejemplo, aunque los animales puedan experimentar cólera, no pueden comprender que es destructiva. En el caso de los seres humanos, sin embargo, hay un nivel diferente de conciencia, que permite advertir que la cólera hace daño. En consecuencia, puedes llegar a la conclusión de que la cólera es destructiva. Tienes que ser capaz de hacer esa inferencia. Así que la cosa no es tan sencilla como poner la mano en el fuego, notar la quemadura y no volver a hacerla en el futuro. Cuanto más elevado sea tu nivel de educación y de conocimiento acerca de lo que conduce a la felicidad y lo que causa el sufrimiento, tanto más efectivo serás para alcanzar aquélla. Precisamente por ello creo que la educación y el conocimiento son esenciales.Supongo que al percibir mi resistencia a la idea de la educación como un medio de transformación interna, observó: -Uno de los problemas de nuestra sociedad es que considera la educación sólo como un medio para ser más astuto e ingenioso. En ocasiones incluso se opina que los que no han recibido una educación superior, los que son menos sutiles en términos de su formación, tienen que ser más inocentes y más honrados. Aunque nuestra sociedad no lo destaque, el uso más importante del conocimiento y de la educación consiste en ayudamos a comprender la importancia de tener más acciones sanas y aportar disciplina a nuestras mentes. La utilización adecuada de nuestra inteligencia y conocimientos estriba en efectuar cambios desde dentro para desarrollar un buen corazón.
Tomado del libro: "el arte de la felicidad"
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