Osho trepando árboles y probando cigarrillos

OSHO TREPANDO ARBOLES
yo solía trepar a los árboles. Hay algunos árboles que son seguros para trepar; sus ramas son fuertes, su tronco es fuerte. Puedes trepar hasta la misma copa, e incluso allí no tienes que temer que se vaya a romper una rama. Pero hay algunos árboles que son muy débiles. Mi familia estaba muy preocupada porque yo solía trepar a los árboles a coger mangos y jamuns -otra fruta buenísima- y siempre mandaban a alguien para impedírmelo.
Le dije a mi padre:
-En lugar de impedírmelo, por favor, explícame qué árboles son peligrosos, para poder evitarlos, y qué
árboles no son tan peligrosos para que me pueda subir a ellos. Pero si tratas de impedir que me suba, existe un peligro: podría subirme al árbol equivocado y la responsabilidad será tuya. No voy a dejar de subirme a los árboles, me encanta.
El estar en la copa de un árbol, al sol, con mucho viento y con el árbol entero bailando es una de las experiencias más hermosas, es una experiencia muy rica.
-No voy a parar -le dije- Tu deber es decirme exactamente a qué árboles no debo subir, porque me puedo caer, puedo sufrir fracturas, puedo dañar mi cuerpo. Pero no me des una orden categórica: «No te subas.» Eso no lo voy a cumplir.
Y tuvo que venir conmigo e ir alrededor de la ciudad para enseñarme qué árboles eran peligrosos. Entonces le hice la segunda pregunta:
-¿Conoces a algún buen escalador en la ciudad que me pueda enseñar a subir incluso a los árboles peligrosos?
-¡Eres demasiado! -me dijo-. Esto está yendo demasiado lejos. Me lo habías dicho, lo había entendido...
-No voy a dejar de hacerlo -le dije-, porque me lo he propuesto. Pero los árboles que dices que son peligrosos son irresistibles, porque el jamun -un fruto indio- crece en ellos. Es verdaderamente delicioso y cuando está maduro quizá no pueda resistir la tentación. Eres mi padre, es tu obligación..., debes de conocer a alguien que pueda ayudarme.
Me dijo:
-Si hubiera sabido que ser padre iba a ser tan difícil, nunca hubiera sido padre, ¡por lo menos tu padre! Sí, conozco a un hombre.

OSHO PROBANDO CIGARRILLOS
Un día fui a mi padre y le dije:
-Quiero empezar a fumar.
-¿Qué? -me contestó.
-Me tienes que dar dinero para cigarrillos, porque no quiero robar -le dije-. Si no me lo das, robaré y tú
serás el responsable. Si no me dejas fumar, fumaré pero lo haré a escondidas. Y me estarás convirtiendo en un ladrón; me harás ocultar cosas y no ser honesto y abierto. Veo a tanta gente fumar cigarrillos que quiero probar. Quiero los mejores cigarrillos disponibles y fumaré el primer cigarrillo delante de ti.
-Es curioso, pero tu razonamiento es correcto -dijo él-. Si te lo impido, robarás. Si te lo prohíbo, fumarás de todas maneras, y mi prohibición sólo provocará en ti más actos delictivos. Me duele. No quiero que empieces a fumar.
-Esa no es la pregunta -le dije-. Al ver a la gente fumando ha surgido en mí el deseo. Quiero comprobar si vale la pena o no. Si vale la pena, me tendrás que proporcionar cigarrillos constantemente. Si no vale la pena, habré terminado con ello. Pero no quiero hacer nada hasta que tú te niegues; entonces toda la responsabilidad será tuya, porque no me quiero sentir culpable.
A regañadientes tuvo que comprarme los mejores cigarrillos disponibles en la ciudad. Mis tíos, mi abuelo decían:
-¿Qué estás haciendo? Esto no se hace -insistieron...
Pero él les dijo:
-Ya sé que esto no se hace, pero vosotros no le conocéis tanto como yo. Va ha hacer exactamente lo
que está diciendo, y yo respeto su autenticidad, su honestidad. Me ha explicado su plan:
-No me obligues y no me lo prohíbas, porque eso me hará sentirme culpable.
Me fumé el cigarrillo, tosí, me cayeron lágrimas de los ojos; no pude acabar ni siquiera un cigarrillo y lo
dejé. Le dije a mi padre:
-Se acabó. Ya no necesitas preocuparte. Pero quiero que entiendas que te voy a contar todo lo que
siento para no tener que ocultarte nada. Si me escondo incluso de mi padre, ¿con quién me voy a relacionar? No, no quiero crear una brecha entre tú y yo.
Y viendo que había dejado los cigarrillos, se echó a llorar. Me dijo:

-Todo el mundo estaba en contra, pero tu sinceridad me obligó a traerte los cigarrillos.

*Tomado del libro del niño

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