Bajándole la Categoría al Huracán

Saffir-Simpson es la medida usada para otorgarle la categoría a un huracán, según los estragos que puede causar. Los meteorólogos lo predicen con días de antelación para que los habitantes del sector puedan evacuar y tomar las medidas necesarias. Cuba respiró profundo porque el huracán pasaría con categoría 3 por su territorio y no con 5, como en la isla vecina. Muchos factores climatológicos se conjugaron para que el huracán bajara de categoría. Pero nadie puede hacer nada para que la naturaleza se apiada de las víctimas, es cuestión de cruzar los dedos y encomendarse a lo más supremo.
Las exóticas imágenes satelitales, con la que nos muestran el desastre natural que se aproxima, se me hacen muy parecidas a las del huracán de ira que veo gestarse en la mente de muchas personas. ¿Las empresas contarán con un área capacitada para predecir en la cabeza de cual empleado inconforme ocurrirá un próximo huracán? “Meteorología Psicológica” podría denominarse una nueva rama para ordenar la evacuación, cuando alguien esté cercano a salirse de las ropas. ¿Qué tal un meteorólogo emocional en la familia para detectar al que está pronto a salirse de casillas? Casi todas las religiones y doctrinas del pensamiento apuntan a lo mismo: evitarle el sufrimiento al ser humano y para eso suministran las herramientas con las que la mente reactiva no lo meta en aprietos. 
El huracán de categoría 1 se manifiesta con vientos entre 118 y 153kmh, mientras que el de categoría 5 maneja vientos mayores a 250kmh, originando daños muy graves. Por debajo de 118 kmh ni siquiera es considerado huracán sino que recibe el nombre de “Tormenta Tropical”. Así mismo, una persona que trabaja en su desarrollo personal debe aceptar el carácter gradual del proceso correctivo, y concentrar sus esfuerzos para disminuir la cantidad e intensidad de rabietas que suele tener en un día, que se bajen poco a poco, de 20 a 15 por día, y con el paso de muchas semanas se habrá reducido de 10 a 5, si cuenta con suerte. Y que en vez de verse reflejado en gestos iracundos (golpes fuertes al escritorio o paredes, gritos ensordecedores, torcida de ojos) pasen a ser “Tormentas Tropicales” del Estado de Animo (gestos sutiles de incomodidad en nuestro semblante, exhalación de aire para que la inminencia de rabia se canalice de una manera pacífica), hasta gozar de un mapa sin devastaciones. Cuando logramos maniatar nuestros huracanes emocionales, las personas de nuestro entorno (compañeros de trabajo, familiares, amigos) ya no tienen necesidad de salir corriendo para no ser alcanzados por nuestro enfado, ni mucho menos preparar provisiones para sobrevivir a nuestras encolerizadas reacciones. Cuando el Hígado dispara la emisión radioactiva de furia, los demás órganos pueden refugiarse en albergues de haber sido avisados con suficiente tiempo.  
Estados Unidos posee el Proyecto HAARP, ubicado en Alaska, con el que los conspiradores sospechan que se usa para crear desastres naturales a su antojo: Terrorismo metereológico. ¿Tenemos, en nuestra realidad, un equipo de gente que prepare los huracanes que se desatan en nuestra mente? ¿Manipulan la temporada de tormentas mentales según variables que ellos conocen al dedillo? “Vamos a pedirle que trabaje 3 horas extras todos los días hasta nueva orden”, “vamos a interrumpirle su ensayo musical para que vaya al banco a pagar los servicios públicos”, ejemplos, en el trabajo o la familia, con los que procuran desatar un intercambio de aire cálido y húmedo que, a la postre, tiene probabilidad de convertirse en Tsunami. 
Los huracanes reciben el nombre de las novias, amantes o esposas de los científicos que trabajan en la tarea de identificarlos. En la cotidianidad, nosotros contamos con el derecho a bautizar nuestros propios huracanes y colocaríamos nombres acordes la causa: “Huracán Extravío del Cepillo Dental” “Huracán mi novio no me comprende”, “Huracán TUVE QUE HACER UNA FILA ENGORROSA”, entre otros casos que puedan aparecer.
Tendidos eléctricos destruidos, daños a muelles, cierre de aeropuertos por cancelación de vuelos, algunos de las consecuencias impostergables, producto de los fuertes vientos huracanados. Migrañas insoportables, preocupación de los que nos rodean, objetos rotos y arrojados al piso, puertas rotas que han recibido la descarga de nuestra furia: entre otras evidencias del Tsunami mental que sufrimos, si no practicamos el autocontrol.

¿Ya estamos tomando medidas para que la Furia se convierta en "enojo leve", y así gradualmente hasta su total extinción?

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me gusta q en tus escritos agregas datos de conocimiento, historia, biología y cosas espirituales. Y si, todos tenemos huracanes internos unos provocados otros q permanecen pasivos pero es importantr controlarlos porque esa es la naturaleza esos animos o emociones fuertes
Hay q aprender a controlarlos y superarlos

Entradas populares