Cuando el motor ruge ¿lo demás se achicopala?

“Así no tenga la vía, puedo cruzar ya, porque lo que veo venir ahí es una bicicleta insignificante para mi, ¿es que acaso la gente no se percata que conduzco un automóvil de 120 millones de pesos?”, es el momento de reflexión que suele tener el opulento motorista barranquillero cuando hace una escuadra. 
Después de cruzar y haber ocasionado que el bicicletista haya tenido que frenar sin que tuviera que hacer el STOP, es uno de tantos casos que refleja como en la sociedad hay personas, con un radar para identificar qué características del prójimo les da derechos a sentirse superiores y, por ende, de someterlos a una serie de arbitrariedades. Bien sea personas u objetos.
“Dime quién eres y te diré si puedo pasarte por encima”, pareciera ser la ley social que rige la gran mayoría de interacciones humanas. Aunque sospecho que esto sólo ocurre, con mayor frecuencia en países latinoamericanos como el mío, en donde la gente no ha comprendido el lema de la revolución francesa que manifiesta: “todos somos iguales”, naciones tercermundistas en donde los conceptos de Russeau fluyeron a ritmo de “agua pasó por aquí y cate que no lo vi”. Imaginaría que en el colegio, a muchos alumnos, este tipo de ideas les entró por un oído y les salió por el otro. Los que se sintieron débiles no saben que pueden hacerse respetar de los “fuertes”, y los que siempre se han creído “fuertes” no se acuerdan que deben tratar con justicia a los etiquetados “débiles”. Cada quién maneja una memoria y un aprendizaje ajustado a su conveniencia. 
Mientras transita por la calle, el automóvil costoso siente que puede imponerse, sacándole las garras de las ínfulas y sin sentir culpa, al otro medio de transporte que se catalogue como de “inferior categoría”, ¿ya empezaron a asociar este análisis con los tratados del racismo?. La analogía es parecida a lo ocurrido en épocas en donde las personas “no-blancas” estaban obligadas a comportarse sumisamente cuando tenían a una persona blanca en frente; y de vez en cuando la persona considerada de raza “impura” optaba por hacerle alguna reverencia en señal de reconocimiento al de raza pura. ¿Y qué me dicen de los señores que, en su día a día (calle, trabajo, shoppings, universidad) tienen por costumbre mirar por encima del hombre a aquellas personas que no pueden darse el lujo de vestir con atuendos de marca como ellos. “Hijito, no te juntes con cualquiera, y al que percibas con mal aspecto táchalo enseguida como chusma: al mal vestido, al que tiene un hablado costumbrista, al ordinario, al que no tiene motor, tienes todo el derecho de pisotearlo, pasarlo por encima, esa gente no es nada”: valores de familia con los que muchas personas de renombre suelen exaltar su nivel y poderío económico. ¿Compagina esta deshumanizada actitud con la tierna devoción que suelen exteriorizar muchos de ellos los domingos, cuando se aparecen en misa?
Mis antenitas han ido descubriendo que TAMBIÉN EXISTE UNA ESPECIE DE RACISMO O CLASISMO VIAL. Lo que en la época del apartheid era el color de piel, ahora es la calidad del vehículo: su nivel de motorización, su sofisticación, el año del modelo, y también detalles sobre si el vehículo esté recién lavado o no. Si tienes MOTOR entonces tienes prioridad vial, ¿estará esto contemplado en el código de tránsito?, ¿una bicicleta merece tanto irrespeto como los carros de tracción animal? ¿Lo SIN-MOTOR es inferior?, ¿y en ellos también se incluyen los transeúntes, a quienes diariamente he detectado que casi nunca se les cede el paso?. Al parecer los transeúntes, al carecer de motor, son también una especie de intrusos en la calle. 
Nunca he podido olvidar un MEME publicado hace un par de años por un líder bicicletista en Barranquilla, este post seguramente estaba dedicado a los vehículos que consideraban a la bicicleta como un estorbo en la vía, decía: “Las bicicletas no obstaculizamos el tráfico. Somos parte del tráfico”. Un lema para batallar contra la exclusión impartida por los que siente que el motor los hace más importantes. 

Una idiosincracia vehicular cuya principal regla se centra en despreciar a todo aquello que demuestre no ser motorizado (peatón, carro de tracción animal, bicis, entre otros). ¿Si el motor ruge todo lo demás tiene que agachar la cabeza?

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