Reflexiones luego del temblor en CDMX
Lo único bueno de toda catástrofe es el espíritu de solidaridad que despierta.
Desde que ocurrió el sismo de 7.1 grados del pasado martes (21.09.2017), las estadísticas de muertos ascienden tan estrepitosamente que cuando un diario dice: “Van 250 muertos”, al segundo siguiente la cifra ya ha quedado desactualizada. El acontecimiento me ayudó a construir la analogía, de todas las cosas que van muriendo dentro de ti cuando vas rumbo a la destrucción. Tus valores morales quedan sepultados a medida que son sacudidos por el movimiento telúrico del placer desenfrenado. La apariencia sociedad crea complejos y eleva los grados Richter haciendo que tu identidad se vaya desplomando, gradual o súbitamente. Las réplicas del sismo pueden durar toda la vida, si no construiste tu personalidad con materiales resistentes y resilientes. Los voluntarios hacen esfuerzos por encontrar, aún con vida, aquellos aspectos que aún pueden ser rescatables; aunque muchas veces la víctima no pone de su parte, o simplemente se dio por vencida al llevar atrapada muchos días bajo los escombros en condiciones difíciles (Ojalá a Frida y a los demás niños del colegio Enrique Rebsamen no les espere este destino). Los cuerpos de rescate tienen clara la importancia de pedir silencio para alcanzar a escuchar gritos, dentro de la devastación, que reclaman desesperadamente ayuda. Así como un terapeuta, o una voz amiga, pide frecuente meditación silenciosa al que ha tocado fondo, para que dentro de sí se escuchen esas cualidades que pueden dar pista de su ubicación y ser salvadas. Frida se encuentra confinada en un espacio de 45 centímetros, pero crece la esperanza al ver que encuentran el reducto, por donde lanzan una manguera, con la cual calmar la sed de las variables moribundas.
2da Parte
Las 5 cosas que más pueden estar perturbando a Frida en este momento:
El sentimiento de asfixia (confinada en un espacio menor a 45cms)
Dolor por alguna pared o columna encima de su cuerpo
Olor penetrante por el polvo y asbesto. Inhalación de material particulado.
Angustia por el grito de los otros niños que la acompañan allí
Falta de alimentación (sólo los dulces y agua que le pasan por un tubo)
El drama de los rescatistas al saber que, con un sólo paso en falso, los escombros aplastarían a los sobrevivientes. Esta situación se asemeja a los vicios que alguna vez nos sepultaron bajo los escombros.
A pesar de su corta edad, Frida debe estar replanteando su vida: "si pudiera salir a la superficie haría esto o lo otro...", "cuando todo vuelva a la normalidad cumpliría este sueño". Si supiéramos que pasado mañana no despertaremos, ¿viviríamos mañana tal como lo estamos haciendo hoy?
La baja autoestima (y la consiguiente búsqueda irresponsable de placeres) hace que tiemblen y se vengan abajo una cantidad de cosas dentro de ti. Causando cuantiosos daños espirituales. La inconsecuencia le gana la partida a lo estratégico. El desenfreno aplasta a la serenidad y los rescatistas no saben como sacarte del hueco sin que sufras daños mayores.
La asfixia de Frida pudo ser mi adicción al sexo. Su desnutrición se parece a la falta de acceso a ciertos alimentos espirituales que no llegaban a mi boca. La pared aplastante equivalía a mi mente reactiva que me hacía responder con grosería a todo lo que me movía de mi zona de confort, comandada por mi ego. Los niños gritando ejemplifican a los agobiados que me rodeaban con quejas. La telaraña de varillas metálicas, que mantienen a los niños atrapados, representan al enjambre de pensamientos suicidas que visitaban con frecuencia a mi mente.
Sé que la alerta sísmica no sonó a tiempo para haberte permitido escapar de la catástrofe, pero ¿Qué sobrevive dentro de tu equipaje? ¿Cuántas Fridas hay en tu interior esperando dulces, agua y una mano aliada para salir del tóxico ensimismamiento?
"La Frida que grita dentro de tu cabeza, bajo los escombros neuronales y que, al final, NO EXISTE".
3era Parte
Los perros, en la catástrofe, pasaron de ser víctimas a protagonistas. Canes atrapados en los escombros fueron descubiertos por perros amaestrados para reconocer cuerpos vivos. El éxito de los rescatistas humanos dependía de los rescatistas caninos; ambos grupos permanecen incógnitos hasta cuando la naturaleza saca a los pobladores de la zona de confort y se necesitan manos solidarias. El día 4 después de la tragedia, los rescatistas alzan el puño para pedir silencio y poder seguir en la búsqueda. “De aquí no nos movemos hasta agotar la probabilidad de encontrar más sobrevivientes” grita el grupo de rescate a los conductores de las máquina,s designadas para remover los que restos que evidencian que la Pacha Máma es más fuerte que la planificación del hombre. Los diarios afirman que el pueblo mexicano conserva viva la esperanza de encontrar personas que reafirmen la capacidad de resistencia en medio de la adversidad, no importa si han pasado más de 72 horas. Antes del temblor, ¿ese mismo pueblo mexicano le daba importancia a los que hoy en día están desaparecidos? ¿nos interesamos por la vida del accidentado antes de… ? ; le tendemos la mano al verlo en el suelo pero momentos antes ¿le sonreíamos?
Nuestra costumbre de darle valor al que ya no está. Sólo lo ausente nos parece interesante. Como la reacción que hubo en el mundo del fútbol luego de la tragedia de Chapecoense, durante las 2 semanas posteriores los jugadores salían abrazados a la cancha, sin importar los colores que defendían. ¿Pero cuánto duró la fiebre de la solidaridad y hermandad?
Los rescatados no dudarán convertirse en rescatistas voluntarios para ayudar en próximas emergencias. Como el sanado que queda comprometido en volverse sanador para devolverle el favor al Universo. ¡De Salvado a potencial Salvador!
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