A. El Discurso que das por una hora y B. El discurso de la vida.

Siempre me he preguntado que similitudes y diferencias entre A. El Discurso que das por una hora y B. El discurso de la vida.

El discurso de la vida puede durar 80 años en promedio. Allí hay suficiente tiempo para interactuar con múltiples personajes al tiempo que tu lenguaje va evolucionando. En el discurso ontológico, que vienes a dar en esta empresa, sólo dispones de una hora. ¿Suficiente tiempo para transmitir todo lo que quisieras?
En el discurso de una hora los asistentes no alcanzan a conocerte bien, no saben lo que hay detrás del telón. Así que puedes salir bien librado, ya que si conocieran detalles de tu intimidad, podrían levantar la mano y decir “hey señor espere, usted está diciendo que debemos perseverar pero a usted lo hemos visto renunciando a ciertas batallas, ¿por qué?”. No conviene que los asistentes te conozcan tanto porque se convertirían en esos periodistas detractores que ningún líder político quisiera tener allí presentes. Sin embargo en el discurso de la vida no hay cómo tapar el sol con un dedo. No hay como escoger al público. Te encantaría colocar un cartel de advertencia, en la entrada, que diga: “Acceso restringido para personas que no estén dispuestas a asentir ante todo lo que escuchen” ¿Enorme Utopía, cierto? 

En ambos discursos es vital el rompimiento del hielo y lo más importante: saber qué vas a hacer con la sustancia descongelada. Del rompimiento de hielo depende la empatía. Saber vocalizar es fundamental, de lo contrario podrías frustrarte y reflejar un lenguaje corporal incapaz de inyectar emociones: “¡Y es que no me entienden, no me tienen paciencia!”. Si el público nota que no logras darle la vuelta a una situación adversa, evidenciarán lo aterrorizado que quedas. La Capacidad de Re-inventarte es otra similitud entre ambos tipos de discurso, saber administrar las intervenciones (y emociones) del público para ponerlas a jugar a favor del bien común: el máximo entendimiento entre ambos bandos: Orador y Público.  

El discurso A sucede dentro del Discurso B. Pero en el discurso que vas a dictar por una hora te permiten ventajas que en el otro no. Por ejemplo: probar los recursos técnicos (sonido, proyector de video), visitar el lugar para verificar la iluminación, ubicación del escenario y sillas, investigar sobre los asistentes, todo lo que sea necesario para optimizar el envío y la llegada del mensaje. Pero en el discurso de la vida no te permiten planificar desde el vientre. ¿La Planificación empieza desde que el espermatozoide establece contacto con el óvulo, o desde antes? 

Si te dejaran planear estratégicamente el discurso de la vida podría irte mejor en el cumplimiento de la misión pero, al mismo tiempo, esto no tendría gracia. En el discurso de la vida, la improvisación es una de las variables que suele evaluarse en mayor medida. Así que la vida es más un “Discurso Reality” que la transmisión académica de un mensaje pre-fabricado. Por eso me encantan los discursos que en una hora alcanzan a cubrir aspectos parecidos a los que experimentamos en 80 años, y que conservan el mismo condimento emocional. En el que una (1) hora sea la muestra representativa del tiempo de vida. Que en una hora ocurra de todo: tropiezos, alianzas, momentos de tensión que desembocan en pactos entre ambas partes, errores que se resuelven con astucia y humor, auto-goles que pellizquen para ir a buscar tu gol, que fluya al ritmo de un partido de fútbol. Que propendan la máxima comunión entre el que transmite el mensaje y la audiencia. 


En el discurso de mi vida el público ha ido rotando, pero se mantiene una sola constante: la evolución de mi identidad. 

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