Recordatorios que quisieras evaporar de la memoria

Hace 13 años tuve mi primer intento fallido en esa intención de ser emprendedor exitoso. Ser emprendedor en un país, con una economía tan inestable, es todo un acto valentía y masoquismo. 
La idea no fue tan genuina; y lo que empieza con falta de originalidad, mal termina. Tomaba imágenes de internet para convertirlas en estampados de camisetas. Mi perseverancia sólo alcanzó para 3 meses de emprendimiento. Bastaron 3 fallas de calidad, y una anónima mentada de madre,  reportadas por diferentes clientes para tomar la decisión de desistir de mi proyecto. 
Era Diciembre del 2004 y en mi cuarto reposaban dos cajas de cartón grande, en cuyo interior se almacenaba el recuerdo de un intento fallido que exaltaba mi falta de perseverancia. 

Mi madre llegaba cada mañana a mi cuarto, para recordarme que el tiempo iba corriendo y yo aún no había reaccionado ante la adversidad de ver tanto producto estancado. Ella tenía la autoridad moral para señalarme esa falta de perseverancia, en honor a sus 20 años vendiendo un intangible que ninguna persona, con 5 dedos de frente, estaría dispuesta a comprar. Mi mercancía no era un intangible. Era un tangible que reunía todas las condiciones para llamar la atención de los potenciales compradores, pero al mismo tiempo tenía altas probabilidades de pudrirse por la falta de motivación de quien debía comercializarlo (es decir: YO).

Años después observo como muchos escritores amigos, conservan en sus residencias un cúmulo de libros que no han vendido en una ciudad en donde el hábito de lectura no es nada favorable a sus expectativas. ¿Representa una sensación parecida?

Algo parecido debe experimentar una mujer, que se ve obligada a cargar por décadas a un hijo cuyas facciones le recuerdan a un hombre que bien pudo haberla abandonado, traicionado o desaparecido. 

Un libro “estancado” en las vitrinas, o una camiseta “quedada”, se constituyen en esos recordatorios, a la vez sagrados e incomodos, que te mantienen conectado con un pasado cuya página quisieras pasar.


En el presente cargamos objetos que nos recuerdan un pasado que nos jugó sucio. ¿Qué estamos haciendo para sanar esos recordatorios dolorosos?

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