Por un 2019 sin bullying


Apenas completamos la primera semana de 2019 y recuerdo el deseo más importante de mis “faltan 5 pa las doce” en 2018: Elevar consciencia sobre los estragos del bullying, no sólo escolar sino aquel que se da entre adultos. ¿Cuando daremos con soluciones de fondo para madurar en este aspecto como sociedad?


A muchos compañeros de mi colegio no les perdoné que hubiesen “destruído” la vida de Hector. Uno de ellos, que se especializó en psiquiatría, me dijo: “no fueron los compañeros, él estaba predestinado genéticamente a padecer esa patología”. Y pensé ¿Qué tanto influye el factor a) Genético b) Familiar c) Social (escolar) en la vida de una persona que sufre los post-traumas del bullying? 
Fui recapacitando con eso de culpar a los ex-compañeros sobre lo ocurrido y de saber qué tanto influyo Hector para abrir la puerta del bullying. Los pongo en contexto:

Hector obtuvo el tercer mejor puntaje en pruebas ICFES de mi colegio, desde los 11 hasta los 17 años fue atacado por ser nerd (estudioso). A los 17 años empezó a estudiar ingeniería civil pero la intranquilidad que se cocinaba en su interior no le permitió culminarla. Después de muchas idas y vueltas, graduó de negocios internacionales con 4 años de retraso. Conocí a sus compañeras universitarias y me contaron que Hector tenía recuerdos reiterativos de todas las bromas pesadas que recibió. Me sentí triste y también responsable. Como testigo seguramente colaboré con mi silencio, mi risa diplomática o condenándolo internamente: ¡qué tonto es! ¿cómo no es capaz de callarlos? me preguntaba cuando veía que no podía salir bien librado de cada ataque.

Hace tres meses nació mi primer hijo y quiero que viva en una sociedad en la que no se necesiten milagros para encontrar un trato respetuoso. Sueño con salir a la calle y que predomine la gente buena onda. Que cada persona se divierta sanamente, sin utilizar al “débil” como un mecanismo para sentirse superior. Y el desafío es grande para mi hijo y para el hijo de cada ciudadano: vivimos en una sociedad en donde por costumbre se bromea para generar empatía, sin saber que en el fondo cultivan un resentimiento “gota a gota” que puede desatar graves consecuencias. Y es que “No hay nada más serio que un chiste”. No sabes como va tomar el otro cada acción.

Encuesté a 10 personas: ¿cuáles son los tres factores que desatan el bullying escolar y entre adultos? Recibí respuestas variopintas: para resumir entendí que se hace bullying con todo aquello que usa el ser humano para sentirse superior al otro. Bien sea por ventajas físicas (belleza, fuerza), social (necesidades cubiertas o lujos), psicológicas (gracia para generar empatía o inteligencia). También hay variables impensables: como que a alguien le quede mal la ropa, que una persona no corresponda al estereotipo, regionalismo, que tus papas te recojan en un coche anti-estético o que, de adulto, te transportes en un vehículo no acorde a los estándares. ¿Si no te han hecho bullying es porque no has salido a la calle?

Hace 3 meses Agustín, un chico argentino de 24 años, se hizo famoso por viralizar una respuesta que le dio a su ex-compañeros al agregarlo a un grupo de whatsapp: “Si quieren hacer una cena reencuentro con sus ex compañeros por qué mejor no se dignan primero a pedirles perdón a los compañeros a los que les hicieron la vida imposible con su permanente bullying”. Recibió mensajes de apoyo: ¡Dale, eso, jódelos! ¡Se lo merecen! observé en su twitter. ¡Exótica lección les dio! Pero no es lo que busco incentivar con este artículo (campaña). El propósito es solucionarlo creativamente ¿cómo alentamos a los que permanecen en el abismo post-traumático a que salgan de ahí? ¿cómo convencemos al ex-agresor a que se contacte con ese que no ha podido salir del hueco?

Un gran amigo me dijo: verifica si los agresores ya se perdonaron a sí mismos antes de pedir perdón al ofendido.

CAMPAÑA

En mi colegio, hasta ahora nadie (después de 22 años de graduados) le ha enviado una disculpa oficial. No lo han creído necesario. Hector tampoco siente que eso lo sanaría. Y no los culpo, porque señalar es seguir haciendo parte del problema y reconciliar es parte de la solución.

Esto es como cuando el gobierno decidió arrancar un proceso de paz entre víctimas del conflicto y guerrilla. En ambos lados había agresores y agredidos, así que el desafío consistía en que la “linterna pacificadora” detectara quién era quién. 

Yo recibí bullying y no fue ni el 5% del que experimentó Hector. Eso me bastó para haber sido tartamudo por 35 años (llevo 4 hablando como una persona normal). No fue culpa exclusiva de los que me encontraron el sobrenombre preciso para sucumbir mi moral 10 metros bajo tierra, también yo colaboré invitándolos (con mi miedo) a atacarme. ¿A mi familia le faltó llenarme de “confianza en mi mismo” para que esto no ocurriera? ¿a Hector le habrá pasado igual? No condeno a mi familia. El desafío en sacar el daño de mi equipaje emocional durante el viaje de la vida ¡y era algo que sólo podía hacer yo! (con ayuda de otros pero la última palabra dependía de mi). 
Hay niveles de impacto: a una afiliada de mi gimnasio le significó salirse porque otra afiliada constantemente le recordaba que no cumplía sus objetivos, otro amigo llamado Domenico adoptó una actitud de rebeldía destructiva porque siente que todos en la sociedad (sistema de consumo) representan a los autoritarios jóvenes que le hicieron la vida imposible. Otros se suicidan por el matoneo ante la discriminación sexual: Sergio Urrego. Hay niveles de impacto.

SOLUCIONES

Una reunión en la que todos participen de forma respetuosa, humilde y dispuestos a aliviar herida sin meter el dedo en la yaga. No será un “cara a cara” entre agresores y agredidos teniendo como mediadores a los pasivos; sino que todos los asistentes colocarán un grano de arena para el proceso sanador. Una carta, un video, un abrazo, una camisa, cualquier complemento será significativo para afinar la idea y sentar el precedente ante la sociedad: hemos sido capaces de dar el primer paso  <- Pioneros del perdón que tardó en plasmarse. 

En chile, un chico escribió una carta a sus compañeros (no ex) contándoles por qué se tuvo que ir del colegio (mira aquí …). Busqué en la red y no encontré casos de excompañeros que sanaron el vínculo con víctimas su conducta. Lo primero que debe entender Hector, para perdonarlos, es que esos chicos que le hicieron daño ya no existen: el tiempo los modificó. Una historia así cuenta Mo Yan (escritor chino en su discurso de Premio Nobel) para argumentar cómo evitó vengarse del hombre que le partió la cara a su madre. 

Lo empezaremos con mi colegio, escríbeme al email (datos abajo) y llevamos esta iniciativa a muchos grupos de whatsapp en donde los excompañeros de colegio comparten información, actualidad, chistes, opiniones ¿y por qué no utilizar ese espacio también para la sanación? De esa forma estarás liberando a tus descendientes de karmas.

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