Lo que gano cuando pierdo y lo que pierdo cuando gano
Escenario 1) Negocios
El Director anunció que la propuesta del contratista “A” superó a la del “B”, en presencia de ambos agradece al contratista B por haber participado y felicita al “A”. El ganador es esperado por su equipo de trabajo, para brindar por el contrato que asegurará su estabilidad económica por unos años. El derrotado siente que su esfuerzo fue en vano y por eso estalla en lágrimas, su rival lo nota y rápidamente se sienta a consolarlo, llama a sus compañeros para cancelar el agasajo; prefiere irse con el derrotado a darle palabras de aliento y ciertos tips para incrementar sus opciones en próximas convocatorias. ¿Qué tan probable es que esto ocurra?
Escenario 2) Deportes
10 minutos después de finalizado el partido, el camerino del equipo vencedor inesperadamente quedó desolado, no sucedió la clásica selfie grupal en donde suelen aparecer los jugadores bañados en champagne, con gestos de euforia y el trofeo manoseado por todos. Los triunfadores salieron inmediatamente para el camerino del equipo perdedor a ofrecerles todo su apoyo moral. Los afligidos fueron consolados, uno a uno, por cada contrincante. Un ejemplar gesto solidario ante la tristeza de sus colegas por haber perdido la copa.
Escenario 3) Disputa Sentimental
En una sociedad surrealista, la chica sale al balcón con un documento para informar con cual de los dos pretendientes se queda. Muy al estilo de Sara Danius, quien anuncia cada año el ganador del Premio Nobel de Literatura. Supongamos que este sería el método con el que una mujer hace pública su decisión en materia sentimental al elegir el ocupante del “trono”. ¿Podría existir empatía entre los dos hombres que pretendían a la misma mujer, después del anuncio del resultado?
Escenario 4) Política
El candidato vencedor, de manera entusiasta, empieza su discurso con los clásicos agradecimientos y no tarda en invitar al candidato perdedor a que trabajen juntos por la unidad nacional. ¿Es una señal de democracia o una jugada para evitar que el perdedor (y su bancada) lo fastidie en su gestión? (darle mermelada al opositor)
Pocas veces pensamos en lo que pierde el ganador cuando vence o en lo que gana el perdedor cuando sale derrotado. El contratista descartado se va a celebrar por el aprendizaje que le dejó la derrota. Sabe que detrás de esto hay importantes reflexiones que le harán crecer. ¿Pero se va a acostumbrar a perder sólo porque siempre le encuentra algo provechoso a cada fracaso?
El ganador centra su consuelo en “no te sientas triste porque ni yo mismo tengo claro qué derivados negativos pueda traerme este triunfo, no sé si habré comprado un boleto al infierno. Puede que al ganar este contrato, me llenaré de dinero y esto pueda conducirme a ser una mala persona. ¡Espero que no! pero todo es incierto mientras no se haya experimentado.
Sin embargo si el contrato, por el que luchan, es cuantioso y si el licitante derrotado no da señales de descortesía, puede que el vencedor lo subcontrate encargándole una porción del mismo.
Por la mala fama que tiene la política, se cree que allí “nadie da puntada sin dedal”, y que si el político victorioso se acerca al derrotado es por la conveniencia de un gana-gana que se tejerá detrás del telón ¿el pueblo se beneficiará de esta alianza? Acá puede suceder algo similar al mundo de los negocios, en donde al perdedor suelen entregarle su tajada de consuelo: los negocios se politizan y la política se mercantiliza.
Teóricamente al deportista lo mueve más el honor que el dinero y el compartir esa pasión con su colega, hace que aumente la empatía entre ambos. También incide que el deporte sea: 1. individual 2. Sin mucho contacto 3. Con Reglas Claras (ayudado por la tecnología) para que los contrincantes tengan mayor madurez para aceptar el resultado, siendo el tenis el ejemplo concreto. Caso contrario al fútbol (grupal, con mucho roce e interpretación subjetiva de las reglas) en donde la tensión se mantiene aún después de la finalización del partido. Cuando se trata de una figura pública, se ve obligado a proceder con gentileza ante la presión de sus fans y de los patrocinadores que exigen una postura ética acorde a su fama.
El amor, tal vez sea, el escenario en donde con mayor dificultad prospera la nobleza del vencedor o la pacífica resignación del perdedor. Allí es todo o nada, no hay forma en la que el ganador le otorgue unas horas mensuales, del tiempo que comparte con su novia, al vencido. El análisis cambia a si los dos seres que disputan a una persona no parten desde cero con las mismas condiciones, pues existe un caso en el que la esposa de un hombre, que se había ido de casa para vivir una relación extra-matrimonial por 2 años con otra mujer, termina ofreciéndole consuelo a la intrusa semanas después que su marido hubo regresado a casa. Conviene aclarar que las personas no son trofeos.
Si se da un saludo gentil después de la disputa, ¿de quién es la iniciativa? ¿1.del Ganador, 2. del perdedor o 3) de ambos al mismo tiempo? ¿Basta con un semblante desmoralizador del perdedor para que el ganador se estimule a acercársele? ¿o es el perdedor que, al sentir mucho respeto por el vencedor, da su brazo a torcer y con humildad lo felicita?
No descarto que el vencedor también puede sentir mucho respeto por el derrotado, ya que la resistencia que le puso ayudó al aumento de su excelencia. El grado de empatía al final de la contiende depende la química que se gestó durante la competencia. Difícil saludar con gentileza a tu competidor si notaste que durante el desarrollo del juego optó por jugadas sucias.
Para cualquier de los cuatro escenarios planteados, nunca sabemos si el trato noble entre ganador y perdedor es realmente transparente o fruto de una presión mediática (para mantener una buena reputación). Evaluamos a los involucrados no sólo por sus actos sino por lo que suponemos que sienten en el fondo.
Cuando se piensa más en el largo plazo que en el corto, el ser humano se ve obligado a proceder de manera políticamente correcta. Nunca se sabe si en el mañana va a necesitar de esa persona con la que riñó por un objetivo de vida o muerte.
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