Cuando el maestro considera que al discípulo le faltan años luz para llegar a la meta
¿Qué tan prudente resulta decirle a un alumno que, después de pocos meses de clases, aún falta mucho (más del 80% del recorrido) para alcanzar un nivel medianamente aceptable?
¿Será un plan de choque para hacerle ver al estudiante que necesita pellizcarse para agilizar en el avance?, ¿o una forma sutil de herirle el orgullo para ver de qué es capaz, incitándolo a lanzarse al abismo antes de estar lo suficientemente preparado?
Salta a la vista aquella vieja estrategia del médico que llama constantemente al enfermo a recordarle que su curación aún está lejana. Le reitera que no se haga ilusiones, y que debe asistir semanalmente a su consultorio a dejar un % considerable de sus ingresos, de lo contrario su condición podría agravarse. Para lucrarse, debe recordársele al alumno la necesidad de seguir dependiendo del maestro, por tiempo indeterminado.
A pesar de la desconfianza que le ha sido transmitida, el discípulo siente que con el 20%, que según su maestro ha avanzado en conocimientos-habilidades de la materia, ya puede lanzarse a mostrar su primera exposición. Es muy aventurado pero necesita empezar a callar bocas, inclusive la de él mismo, que es la más importante. Siente tranquilidad al notar que, en la sociedad en la que vive, abundan los oferentes que están muy por debajo de su rendimiento y, aún así, han logrado mantenerse vigentes por años, en el mercado del arte que desarrolla.
¿Qué resulta menos conveniente?, ¿recordarle al aprendiz lo lejos que está de la meta, o manifestarle ficciones sobre avances inexistentes?. El aprendiz se desalentará si se le menciona que sus avances han sido infructuosos, con lo cual el autoestima quedaría golpeada. Como tampoco sería sensato aplaudirle un progreso insignificante, lo cual sería engañoso: el cáncer de un optimismo mal llevado.
Todo las disciplinas de la vida se regulan con las variables del mejoramiento continuo. Y la piedra de Sísifo es el elemento más asociable el utópico mejoramiento continuo: La piedra nunca se termina de pulir.
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