¿Qué tan dispuesta está la gente a renunciar a ciertos privilegios?

¿Qué tan dispuesta está la gente a renunciar a los privilegios que se ha ganado a pulso, o que creen haberse ganado a pulso?. Por ejemplo: que lo traten como un profesional luego de haber concluido satisfactoriamente los semestres de una carrera profesional. O recibir un trato especial por ser un veterano de guerra. “Yo me quemé las pestañas para igualarme a otros”; “yo me maté por este país para ser tratado igual que otros que no han hecho algo heroico por la patria”
Pero, ¿Qué tan dispuesta está la gente a renunciar a los privilegios inmerecidos?. Por ejemplo: Recibir un trato V.I.P. porque eres una chica sexy. O que le la justicia sea más blanda con los que pertenecen a una familia de apellido. O los que están exentos de incomodidades por ser famosos. ¿Estarán todos de acuerdo a la hora de distinguir qué privilegios son merecidos y cuales no?
¿Qué tan dispuesta está la gente a renunciar a los privilegios (merecidos o inmerecidos) si sabe que al recibirlos, puede estar perjudicando a personas inocentes?. Por ejemplo: la chica sexy a la que, por sus atributos, le ceden la silla en el transporte público pero que, a su vez, observa que hay un anciano que necesita el asiento, más que ella. Pero a ella le conviene hacerse la de la vista gorda, ya que la vence el cansancio después de una ardua jornada. Este ejemplo no es otra cosa que una postal diaria, en la que los privilegios por sensualidad son más poderosos que los privilegios por discapacidad. El instinto animal se superpone a la compasión. La costumbre de hacernos los tontos cuando sabemos que nos han privilegiado, pesa a que hay otros más necesitados. “No es mi culpa. Echenle la culpa a los que decidieron los parámetros con los cuales me privilegiaron”.
El pibe Valderrama, futbolista leyenda de mi país, ha dicho en varias entrevistas que cuando hace sus diligencias bancarias, él suele renunciar al derecho que algunos cajeros quieren concederle por ser una gloria del deporte. Los cajeros le piden pasar al frente, sin hacer la fila, y él para dar ejemplo les manifiesta: “No Gracias!, hay que respetar a la gente que lleva tiempo haciéndola, ¡tranquilo, yo puedo hacer mi fila, todavía tengo fuerzas!.”. Sin embargo el mismo pibe hace 3 años criticó a la justicia colombiana por haber capturado a Bernardo Redín, ex-compañero de la selección Colombia, por evasión de impuestos. Según el pibe: “Redín se puso la amarilla (…) entonces ¿uno pa qué representa a Colombia si con los años lo maltratan de esa manera?”. Después de escucharlo decir esas palabras, analicé que según su escala moral, alguien que jugó para la selección nacional debería eximirse de ciertos afanes. Evadir deberes constitucionales es un privilegio que ningún ciudadano puede darse; y ante eso no hay fama que valga. Con esa visión doblemoralista, la mayoría de colombianos interpretan la lógica de obtener privilegios y renunciar a ellos. Para mis compatriotas, hay privilegios (menos importantes) a los que se puede renunciar pero hay otros que es mejor aprovecharse ilimitadamente.
Sorprende ver que hay personas a las que les llega una etapa altruista en su vida, aunque uno nunca creyó que procederían así:
— “¿Por qué me cedes el puesto, si no estoy en condición de discapacidad?”
- “Porque ya me cansé de estar sentado. Y cuando uno se cansa de ocupar un puesto, le concede la oportunidad a otra persona, sin importar si es hombre o mujer, joven o de la tercera edad, discapacitado o sano.
Basándome en este clásico ejemplo, infiero que algunos alcanzan el altruismo después del hastío. Cuando han extraído el máximo beneficio de una condición, justo en ese momento, y no en otro, están dispuestos a permitir que otros prueben el manjar exclusivo que llevaban años consumiendo. Como los empleados veteranos que siguen asalariados pese a que reciben sueldo de jubilación, algunos de ellos renuncian para darle oportunidad a la sangre joven. Sangre que no cuenta con sus mismas virtudes, pero de todas maneras es hora de hacer el recambio. ¿No darle oportunidad a los jóvenes, es perjudicar a la nueva generación?
Hace 7 años fui a conocer el Parque nacional Los nevados, cerca a la ciudad de Manizales. A la entrada de la reserva había una restricción, cada grupo de turistas debía recibir una charla sobre el cuidado y protección del ecosistema que estábamos visitando. La charla, en teoría, debía durar aproximadamente 20 minutos pero cada grupo, mientras entraba a la sala y la abandonaba, o mientras expresaba dudas que debían ser aclaradas, se extendía a 30 minutos o más. Mi grupo estaba en turno 4, por lo cual ya teníamos más de una hora y media esperando que evacuaran rápido la sala, y acceder al momento esperado, todos buscábamos vivir la misma experiencia de Jose Arcadio Buendía: conocer afanosamente el hielo. Sin embargo la inconsecuencia de las personas que nos antecedían, provocarían que nuestro sueño se postergase injustamente unas fracciones de hora más.
Cuando estaba en la puerta de la sala, observé a un señor del grupo que había terminado de recibir la charla, con una actitud digna de ser destacada, el señor pronunció enérgicamente, a todos los que estaban con él, estas palabras: “Buenos señores, vamos saliendo rápido, hay gente esperando por entrar”. Pocas personas en este país tienen una consciencia parecida a la de este héroe anónimo. Pocos se colocan en el puesto del otro. Son escasas las mentes que entienden las necesidades del otro. Siempre he dicho que un síntoma importante de la sabiduría consiste en saber cuando te estás poniendo insoportable. El colombiano promedio no tiene habilidades para entender cuando ha finalizado el tiempo de su privilegio, nada tienen que envidiarles a verdaderos actores de teatro para hacerse los bobos, con el fin de no darse cuenta que es momento de darle paso al siguiente turno. No les da la gana de cederles la silla a otros que también la necesitan. ¿Cesará la violencia en un país en donde poco se comprende la famosa frase de Benito Juarez, que “la paz es el respeto por el derecho ajeno”?. ¿Habrá paz en una nación en donde la gente no renuncia a los hábitos que hacen daño al resto?

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