¿Cómo logré mis primeros 5 segs haciendo malabares sobre el monociclo?




 ¿Cómo logré mis primeros 5 segundos (en realidad son 6 hasta la fecha: 10.09.2024) haciendo malabares (3 pelotas) sobre el monociclo?


Y voy Rumbo a los 10 segundos jejejeje ¡O más!

Como Armand Duplantis con sus 6.26 metros en Salto de Pértiga. Y pensar que su evolución fue dándose de a 10 centímetros entre una competición y otra. Entendí que “de migaja en migaja, se llena la gallina el buche”. Al igual que Duplantis, yo compito conmigo mismo.




5 segundos parece un dato insignificante, sin embargo, no lo es tanto, cuando estas midiendo el tiempo que duras mientras estás haciendo, en simultánea, dos cosas bien difíciles. Es como si con una mano sostuvieras el control de un videojuego, para superar un mundo nuevo, y -al mismo tiempo- con la otra extremidad, manipulas los cables para desactivar una bomba atómica: Bi-tasking en todo su esplendor. Así es el malabar de pelotas sobre el monociclo en movimiento de péndulo.


¿Me puse un vara muy alta, cierto? 

No me basta con haber aprendido a sostener 3 pelotas en el aire (cascada básica, inicié en Marzo) con los pies en la tierra y luego -un mes después- aprender a rodar sobre la exótica (bi)cicleta de una rueda. Como dice un vecino cada vez que me observa en la practica: “me encanta los desafíos que te pones”. Sin embargo el premio mayor de este par de disciplinas consiste en combinarlas, al menos eso es lo que había identificado al ver a los expertos. Tomé la decisión más importante: atreverme a hacerlo cuando ni siquiera tenía total dominio de ambas practicas por separado. Estaba siendo yo muy optimista, si creí que -con solo haberme atrevido- eso se me iba a dar tan fácil. Aunque no despreciemos al atrevimiento inconsecuente: es la cuota inicial de toda consagración. 





Ese soft skill que llaman “tolerancia a la frustración” y que muchos profesionales intentan enseñarlo desde la teoría, deberían instruirlo con la experiencia de alguna actividad deportiva, de circo o tocar un instrumento musical. Ojalá desde cero. Zambulléndolos en el mar de la motricidad gruesa o fina. Allí sí es que vamos a comprobar todo lo que le ocurre al cerebro -y a los personajes de <intensamente 2>- a la hora de enfrentarse al estudio de una nueva disciplina, o a un antiguo reto que siempre te hace “buuuuu” si te asomabas a decirle “hola”. ¿Cuánto tardará en aparecer la furia, la tristeza o el miedo? ¿Alegría será quién tome la batuta a fin de cuentas?


La frustración es un periódico que reside dentro de ti y que emite titulares amarillistas como estas: a) ¿Será que duraré 10 meses sin pasar de 5 segundos? b) ¿O qué tal que pase un año sin llegar a 10 segundos? c) ¡Siempre se sabotea en el mismo punto del proceso! d) Vuelve la burra al trigo. Las palabras que suele disparar la mente ansiosa de seguir progresando en un arte atípico. Menta catastrófica, mente que -por un lado- cree en la esperanza del esfuerzo y -por otro lado- la presta atención al apocalipsis de la mala suerte. O el bullying interno: “Jairo debe contratar a un recogebolas porque las pelotas se le caen frecuentemente del monociclo”.


El día en que sumé un segundo más a mi gesta (pasé de 5 a 6): 10.09.2024

Había tenido un practica a las 7am, en un parque, y mientras estuve allí esa mañana, ni siquiera llegué una vez a 5 (pero sí tuve varias de 2 y 3 segundos). Y tres horas después, cuando ya estaba en mi casa, tuve varias de 3 y 4 segundos, hasta que ¡pummm!, se rompió. Hubo movimientos interesantes que presagiaban la gloria: el lograr que las pelotas ya no se me cayeran de las manos en algunos de los intentos (cabe recordar que al inicio las 3 pelotas caían desparramadas en menos de un segundo y lo de buscar un alcanzapelotas iba en serio eh), el poder rebotar un balón tipo basquetbol mientras me dirigía a mi carro para dar por terminada la practica, poder mantener una conversación mientras ejecutaba la jugada, el identificar que los aciertos dependían de la verticalidad que mis manos le otorgaban a cada lanzamiento de mis manos. Esa fue la mega revelación que aparecía cuando me preguntaba “¿qué salió bien?”, después de cada acierto (que suelen ser escasos). Antes de batir el record, me puse analizar/ajustar cada minivariable, por ejemplo: ¿qué tan inclinado estaba el piso sobre el cuál me posiciono? El centímetro que le bajé a la altura de la silla. Ajustar la pantaloneta que -cada tanto- quedaba de manera incomodante. El cambio de llanta, 5 días atrás, por desgaste. Secar mejor las pelotas (con la camisa) porque se me resbalaban al estar empapado en sudor (¿Quién me mando a aprender este deporte en una tierra tan caliente? Me hubiese resultado menos incómodo en la Antártida). Incluso, ¿cómo olvidar el momento en el fui al carro y me quite el bóxer que tenía puesto debajo de la pantaloneta porque me estaba estorbando?







Ahh y se me escapa una variable más: en cada nuevo intento, rige la superstición a la hora de volver a ubicar el monociclo, en el pedacito preciso de piso sobre el cual había acertado previamente, esa coordenada exacta que no tienes ni que trazarle una equis, porque tu mente es incapaz de olvidarla. 


En los primeros intentos (semanas atrás) ¿Por qué no pasaba de 2 o 3 segundos? Sentía que la pierna se detenía por estar pendiente de lo que ocurría entre las manos, los ojos y las pelotas. ¿Cómo poner tu atención en dos actividades aparentemente distintas y no morir en el intento? Jejeje. Eso que los músicos llaman disociación. Lo interesante es que entre intento e intento, vas tumbando mitos sobre la posible causa de un desacierto y la posible solución que te haría pasar a otro nivel. Tumbé el mito de creer que la pierna se detenía: ella no hacía STOP por estar pendiente de las pelotas, más bien, era al revés: por no lanzar pelotas de forma armónica y con una fuerza homogénea (me di cuenta que me auto-saboteaba lanzándolas diagonales, casi horizontales por la tensión, en vez de hacerlas viajar verticalmente respetando el arco) y las piernas, por supuesto, se paralizaban para prepararse a la bajada (game over momentáneo). Por ende, me mentalicé a seguir moviendo las piernas, pese a cualquier error antes de los 5 segundos. Si las pelotas se me caían en el segundo 2 o 3, continuaba mi penduleo para que las piernas se acostumbraran a que “el show debe continuar”.



El verbo estabilizar llegó a ganar relevancia

¿A qué llamo “estabilizar el inicio” del movimiento? 

A incrementar la probabilidad de conseguir muchos mini-ciertos, de forma seguida, que duren mínimo 3 segundos. Cuando ya vas acumulándolos, te acercas al momento en que rebasarás tu propio límite.

Por otro lado, estabilizar el movimiento péndulo también es procurar que la cintura no se mueva tanto hacia los lados, que realice un balanceo más tranquilo y con un ritmo constante. Eso ayuda a que en la parte de la cintura hacia arriba, te sientas más relajado para maniobrar las pelotas (lo verán mejor en los videos). Hace mes y medio que aprendí a pendulear, a más de 45 segundos (sin malabares, por supuesto). Esto de hacer experimentos contigo mismo te vuelve experto en ajustar las infinitas variables de tu ser.



Dentro de poco habré llegado a 10 segundos y corro el riesgo de olvidar todo lo que narro aquí (lo que aconteció hasta el sexto segundo), pero lo que nunca olvidaré es todo lo que sentí mientras me acercaba a la superación de un límite. Todo lo que disfruté al haber sido “el terco” (persistente) que todavía no cruza la frontera que divide la principiantez del pseudo-experticia. Auto-admirar al hombre que aborrecía su propio sudor y que ahora se acostumbró a que las gotas saladas visiten sus labios sin previo aviso, como un acueducto de la constancia.


¿De qué otra manera puedo medir el progreso que no sea en segundos de mantener en movimiento? 

Antes era en metros/centímetros avanzados, como en el atletismo (cuando el propósito solo era pedalear hacia adelante en el monociclo). Puedo pensar en las sonrisas que me saqué a mi mismo por disfrutar algo que no hace cualquiera. O la forma como los desconocidos, en parques o plazas, se me acercaron sutilmente para expresarme lo que sentían al ver mi arte. Alabar el rompimiento del hielo.



Supongamos que Duplantis, el día después de batir su propio record (6,26 mts), se pusiera a entrenar en su casa y, después de muchos intentos, no se acerca ni al 95% de lo logrado (6 mts), ¿cómo se sentirá? ¿Habrá pensando que su éxito fue fortuna de un momento y difícilmente volverán a reunirse las condiciones para repetir la marca? ¿O entenderá que esa evolución zigzageante es natural?


Analiza cómo vas superando tus propios límites. Puedes crear una enciclopedia sobre ti mismo.

Comentarios

LILIANA ha dicho que…
Excelente deque, la concentración y buena energía te ayudara a conseguir los logros que quieres.

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