Un MEME para cada ocasión
Un MEME vale más que mil palabras …¿todo se puede Memificar?
La primera vez que vi un meme fue a inicio de los años 00’s. En ese momento desconocía el simpático nombre con el que actualmente es conocido: meme. Me era inevitable sonreír cada vez que aparecían estos elementos gráficos después de algún suceso deportivo de gran resonancia mediática. En aquel entonces sólo percibía el enfoque provocador con el que la prensa buscaba folclorizar la rivalidad entre las hinchadas futboleras: la hinchada de un “equipo A” lograba provocar ingeniosamente a la de su archi-rival: el “equipo B”; restregándole con humor cruel una victoria o gozando su estruendosa caída frente a cualquier otro equipo.
Me impresionaba que luego de un partido importante, no transcurría mucho tiempo (cuestión de horas) para que los diarios argentinos de la época publicaran las bromas o “cargadas” resultantes del acontecimiento. “¿Quienes son los desocupados que, ante cualquier evento mundial, están pendientes para inmediatamente difundir un mensaje creativo de alto impacto?, ¿cómo hicieron para diseñar esa genialidad en tiempo record?”, me hacía esa y otras preguntas al no entender el trasfondo misterioso que se cocinaba detrás del diseño de un meme. Al tiempo que evaluaba la creatividad de los ociosos que lo confeccionaban. Un ocio parecido al que, tiempo atrás, percibí en los que alimentaban el portal de <<movie mistakes>>, en el que analizaban minuciosamente cada mínima falla técnica y/o argumentativa que podía tener una película. Además, el carácter anónimo de un meme le brinda un aire subversivo. Casi nunca se sabe ni quién lo creo, ni cuales son las coordenadas desde donde se originó.
A medida que pasaron los años no era necesario que transcurrieran horas, era sólo cuestión de minutos, para que los medios publicaran los memes frescos que reflejaban la reacción ya no solamente de sucesos del deporte, sino también de anécdotas políticas, noticias de la farándula y cualquier evento de resonancia mediática, con su acostumbrado toque picaresco, cruel e irreverente. Llegué a pensar que los ilustradores, diseñadores gráficos o publicistas ya tenían listo una serie de memes estándares para agilizar la construcción y publicación de los mismos, cuando la ocurrencia de un evento resultase obviamente previsible. Por ejemplo: El “Club A” se enfrenta al “Club B” en la final, si el “Club A” queda campeón ya tendrían preparados para lanzar unos memes diferentes a los que se divulgarían si el “Club B” se alza con el título. Memes si el “candidato equis” gana las elecciones VS los Memes si el “candidato Ye” se impone en la urnas. Lo cual me permite reconocer el desafío planteado para desarrollar rápidamente un meme ante un evento imprevisible. Una teoría parecida se tiene para con los periodistas que uno supone que deben tener listas una crónica “tipo” que sirvan de base para cuando se muera un famoso que, por su edad, tiene una alta probabilidad de desaparecer en cualquier momento, es decir, ya deben tener listo la reseña por la muerte de Nicanor Parra, de Woody Allen, de Noam Chomsky o de cualquier figura reconocida. Resulta provechoso contar con un banco de ideas archivadas para tener a la mano una materia prima efectiva.
Cada día iba aumentando en mí el interés por esta herramienta gráfica, sin saber que en realidad esta no era otra cosa que una unidad publicitaria fundada en la década de los 70’s por el publicista Richard Dawkins. Creada con la misión de transmitir un mensaje y que tres décadas después fue fortaleciéndose, gracias a la difusión que permite el internet, hasta alcanzar un poder comparable al de su pariente más cercano: la caricatura. A estas alturas no creo que exista un tema que no haya inspirado la elaboración de un meme, ni un suceso mundial que esté exento de ser memificado. Da la impresión que si un acontecimiento mundial, nacional o regional no deriva en memes, entonces carece de importancia.
Actualmente, la prensa anuncia a los memes como si fueran pan caliente, recién salidos del horno, que los comensales esperan con ansias en la puerta de la panadería; al mismo tiempo que se han constituido en una de las herramientas más recurrentes de distracción para los cibernautas. Ocupan un lugar importante en la mente del ciudadano y se torna en inevitable tema de conversaciones cotidianas. Para el lector de prensa promedio, hoy en día, la noticia misma no es tan relevante como los memes que derivan de las noticias, es decir, la repercusión supera al hecho propiamente dicho. No es raro ver en la prensa diariamente titulares como:
“Ya salieron los MEMES sobre la victoria de Trump en las elecciones”
“Les tenemos los MEMES refiriéndose el garrafal error del presentador de Miss Universo”
“Están por todos lados los divertidos MEMEs de la victoria de River en el Superclásico”
“Se hicieron virales los MEMES sobre la metida de pata de la esposa del candidato a la presidencia de Estados Unidos”
“No te pierdas los MEMES sobre la caída de Fidel Castro”
“El Director Técnico de Alemania fue pillado sacándose un moco en pleno partido. ¡Vea aquí los memes!”
“Disfruta los exóticos MEMES por el resultado del plebiscito sobre el acuerdo de paz”
“Aparecieron los curiosos MEMES sobre el increíble gol que dilapidó Toloza”
Resulta innegable su forma efectiva e inmediata para transmitir un mensaje, puesto que este elemento facilita la tarea de condensar o resumir una teoría sociológica, un planteamiento filosófico, una posición política, una crítica, o la transmisión de un mensaje concientizador, entre otros. Pero según Dominic Basulto, redactor del Wahington Post, “la principal debilidad del MEME es que ha provocado que se pierda la capacidad de transmitir cultura humana durable, puesto que suelen caer en la trampa de transmitir banalidades y no ideas de peso”. Me arriesgo a afirmar que el meme nació inocente pero la sociedad lo banalizó. He sigo testigo de memes que tienen el inmejorable poder de convertir una idea, por muy trivial que sea, en algo importante, superando a otros transmisores de mensajes que en teoría revisten más seriedad. Por eso, no es justo subestimar la capacidad del meme para mantenerse retenido en la mente de las personas. Nadie tiene certeza si el meme logrará quitarle el protagonismo a los textos que están estigmatizados como de alto nivel cultural (Grandes obras literarias, secciones de enciclopedias, tratados filosóficos, descubrimiento científicos). La notoriedad del meme obedece a su manera audaz, caricaturesca y pedagógica con la que sintetiza información que a un sector de la comunidad le puede parecer densa. Sobretodo en esta época en donde rige la inmediatez y la pereza mental que genera que cualquier documento, con un volumen mayor a 10 páginas, sea considerado un ladrillo difícil de digerir. Vargas Llosa en su libro “la civilización del espectáculo” planteó algo que va en consonancia con esta afirmación: “que el ser humano contemporáneo persigue la inmediatez, un mensaje rápido de alto impacto es preferible a sumergirse en textos voluminosos cuya interpretación puede ser más dispendiosa. Por la falta de tiempo, por las carreras de la vida moderna, por el afán, por cualquier justificación que el ciudadano de turno pretenda invocar.”
Existen memes tan ingeniosos que necesitan de la colaboración de un habilidoso diseñador gráfico, que sepa aprovechar las virtudes de un editor gráfico (como photoshop o Ilustrator), para construirlo con la agudeza esperada, o aquellos que pueden ser diseñados por un cibernauta corriente que sólo disponga a la mano de un teléfono de mediana gama y una sencilla aplicación on-line para finiquitarlo. Los memes más sencillos de elaborar son los que se apoyan en una foto existente (propia, de un desconocido o mostrando cualquier objeto de nuestro entorno) cuya gesticulación permita recrear el mensaje que se quiere transmitir. No se extrañen de ver un objeto inherte (una planca, un martillo, un lápiz, un escritorio, etc) protagonizando un meme, estos también permiten transmitir una reflexión.
Inicialmente la construcción del meme se regía por una fórmula básica: Una imagen de personaje (reconocido o anónimo) haciendo un gesto llamativo junto con textos (titulo y subtitulo). Pero con el tiempo se formaron memes de todos los estilos, colores y sabores. Ahora los hay de sólo texto, sólo imagen, exclusivamente con caricaturas, videos gif, los que muestran una secuencia fotográfica, los que exhiben un bello paisaje que sirve de plataforma para dejar un mensaje profundo, los que ponen a prueba el razonamiento del observador (juegos mentales), los que se usan para defender una ideología, los que parodian reconocidas obras de Arte (mona lisa, el grito, etc) asignándoles un enfoque irreverente, los que promulgan enunciados de pensadores famosos, los que funcionan para dar una escalofriante sorpresa, los que retratan el lado gracioso de algún detalle cotidiano, los que despliegan criticas a la gente que no se sabe expresar verbalmente, los que manifiestan deseos frustrados o estados de ánimo, los que colocan caricaturescamente el dedo en la yaga sobre costumbres que no se asimilan, los que sólo pueden ser entendidos por los miembros de un grupo familiar o de trabajo, entre otros numerosos casos.
“No importa si en el meme la imagen tiene prioridad por sobre el texto o si el texto es más relevante que la imagen, LA CLAVE ES CONMOVER. Conozco un amplio número de personas que me han confesado que se les ha alegrado el día por la fuerza comunicacional de un ingenioso meme, y gracias a este sus preocupaciones se desvanecieron.
Más allá de la temática, hay dos categorías en las que pueden clasificarse los memes: Los circunstanciales y los imperecederos. Los circunstanciales son aquellos que sólo aplican para una época específica y que teóricamente sería entendido por un grupo de personas circunscritas a un entorno en el que comparten cierta información común. Los imperecederos son aquellos que, gracias a la universalidad del mensaje, mantendrán vigencia duradera o eterna. Los memes, como toda unidad informativa, se han prestado también para tergiversar y dañar, como en los casos en que un meme ha servido para que le sea adjudicada una frase que no corresponde a un autor, bien sea por mala intención o por descuido del mismo creador. O también suele ser usado como arma para atacar a una persona o grupo, teniendo en cuenta la esencia cruel y burlesca del cyberbullying. Cuando se busca exaltar o reafirmar una idea, involuntaria o intencionalmente se está desdeñando de personas con un pensamiento distinto. Si defiendo una “IDEA EQUIS” los que no siguen esa línea pueden sentirse opacados y maltratados. La capacidad argumentativa del MEME es incuestionable y los cibernautas le dan cada vez más trascendencia. ¿El ministerio de educación ha considerado la posibilidad de educar con MEMES?
En el futuro, las personas en lugar de increpar directamente a alguien, se irán acostumbrando a dirigir un meme a alguien a quien se le quiere indicar una falla comportamental, a todo al que se le pretenda concientizar de una conducta inadecuada, ¿será sana esta tendencia?.
Lo que le ocurre cada día a un ser humano se usará como materia prima para construir noticias de interés, funcionando como una agenda política que se desenvuelve a la luz pública. Para el ciudadano las noticias del telediario no son más importantes que las noticias que en el facebook se leen sobre gente cercana. Entonces con cada experiencia personal se puede armar un listado de memes que serán disparados en contra del que “de papaya” (del que permita la ocasión), ¿podría considerarse que en el futuro se desatarían guerras mundiales por los Proyectiles-Memes que amenazarían la armonía social?. ¿Las potencias abrirán investigaciones hacia los países que sean sospechosos de ocultar armamento de memes que pueden desprestigiar nuclearmente?
Pedro es un amigo que creyó que el nuevo novio de su exnovia estaba dispuesto a enviarle anónimamente unos memes, en donde le restregase en la cara que su ex-chica ahora está en manos de otro macho que aparentemente la hace más feliz. O, ¿qué tal un odiado compañero de trabajo que reciba, la noche en que es despedido, un conjunto de gráficas burlescas en donde toda la oficina celebra su salida de la empresa?. También saldrá en algún pasquín local: <<Salieron los memes del resbalón que Jairo sufrió en la cafetería de la universidad>> y quien quita que su torpeza se haga viral. El destinatario del meme tiene dos opciones: 1. reírse o 2. sentirse herido en su susceptibilidad.
En Colombia en los últimos años se han presentado casos en donde una persona demanda a otra por haber recibido ácido en el rostro. No se nos haga extraño que en un futuro cercano una persona demande a otra por haber sido blanco de un MEME ofensivo, como quien recibe ácido sulfurico en la cara. Constitucionalmente los memes serán considerados elementos capaces de desfigurar reputaciones.
Finalmente es posible prever que, en el futuro, cada ciudadano mundial finalizará jocosamente su jornada elaborándose así mismo una serie de memes, en donde le brinde un enfoque divertido a las experiencias desagradables que pudo tener en su día. Si esa idea de burlarse de uno mismo funciona según los existencialistas o los expertos en sabiduría oriental, ¿los auto-memes permitirán sofisticar la calidad de la burla que nos ayudarán a digerir mejor un trago amargo?
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